martes, 13 de noviembre de 2012

Un gran amor: El cuaderno de Noah.

Las mejores frases (en mi opinión) de mi libro y película favorita ^^ ¿Os gustan? 

"El mejor tipo de amor es aquel que despierta el alma y nos hace aspirar a más, nos enciende el corazón y nos trae paz a la mente. Eso es lo que tú me has dado y lo que yo esperaba darte siempre".

"¿Has amado alguna vez a alguien hasta llegar a sentir que ya no existes?, ¿hasta el punto en el que ya no te importa lo que pase?, ¿hasta el punto en el que estar con él ya es suficiente, cuando te mira y tu corazón se detiene por un instante?. Yo sí... ".


"- Puedo ser divertido si quieres, o pensativo, listo o supersticioso, valiente, incluso bailarín.
Seré lo que quieras. Dime lo que quieres y lo seré por ti.
- Eres tonto.
- Lo podría ser."

"No soy nadie especial sólo un hombre normal con pensamientos corrientes y he llevado una vida muy normal. No me han hecho ningún monumento y mi nombre pronto quedara en el olvido. Pero segun como se mire he tenido mucho éxito como muchas otras personas en la vida. He amado a otra persona con todo mi corazón y para mí esto siempre ha sido suficiente."

"En tiempos de desdicha y sufrimiento, te abrazaré, te acunaré y haré de tu dolor el mío. Cuando tú lloras, yo lloro, cuando tú sufres, yo sufro. Juntos intentaremos contener el torrente de lágrimas y desesperación, y superar los misteriosos baches de la vida."


"- ¿Crees que nuestro amor, puede obrar milagros?
- Oh sí,lo creo, por eso... por eso siempre regresas a mi lado.
- ¿Crees que nuestro amor,nos sacará de aquí juntos?
- Creo que nuestro amor puede hacer todo lo que nos propongamos.
- Te quiero
- Yo también te quiero"

"Daría cualquier cosa por volver a esos momentos, todo a cambio de un segundo juntos, porque cuando todo empieza a ir mal lo único que deseo es volver a tu lado y abrazarte fuerte...
Quiero volver a esos días donde sólo hacía falta una mirada para hacernos sonreír, donde el tiempo pasaba sin que nos diéramos cuenta y todo lo demás no importaba, sólo nosotros. Y quiero hacer de estos días junto a ti momentos que no pueda olvidar jamás... 
Tienes esa magia en la mirada que me hace no poder mirar a nadie más, esa magia en los labios que me hace extrañarlos cuando no los puedo besar, esa magia en las manos que al recorrer mi cuerpo y me hacen volar... Y es que no hay nada más mágico que un segundo a tu lado, porque MAGIA eres tú..."




martes, 11 de septiembre de 2012

Capítulo 7


      -¿Qué demonios? –Era imposible, pero lo acababa de ver con mis propios ojos. Esa chica
había hablado sola 20 minutos después de que la chica alta se hubiera metido en la casa. Y
después se había desvanecido en el aire frente a mis narices.
       ¿Qué era esa chica?Mientras me rascaba la barbilla pensando en los interesante que se ponía la situación, decidí que era el momento de afeitarme la barba y hacer una visita de cortesía a la madre de la
chica. Sonreí mientras arrancaba el coche. Esto iba a ser divertido.



Lo primero que vi nada más abrir los ojos fue la cara preocupada de Trevor. El mismo
que segundos después me arrojó un cubo de agua helada.

-¡¿Pero se puede saber qué haces?! – Exclamé mientras me sentaba y escupía el agua
que me había entrado en la boca. Nada más levantarme la parte de atrás de la cabeza me latió
dolorosamente, recordándome que me había desmayado, y se me llenó la visión de puntitos
negros.

-Con cuidado. Te has dado un buen golpe. – Dijo Trevor mientras me agarraba todavía
preocupado pero con un asomo de su sonrisa por mi grito cuando me arrojó el agua a la cara.
Le di un puñetazo en el hombro por ello mientras intentaba recordar porque me había
desmayado. Estaba hablando con Trevor y nos íbamos a….¿besar? Le dirigí una rápida mirada
y por la sonrisa que me dirigió supe que el también se acordaba de nuestro ‘’casi’’ beso.
Sonrojada le fulminé con la mirada. Pero, ¿qué pasó después de eso? No le pensaba
preguntar a Trevor porque estaba claro que iba a sacar el tema del beso y no estaba preparada
ni siquiera para pensar en ello. Miré a la puerta de la casa y lo recordé todo. Suspiré mientras
me miraba a mi misma y a mi ex entrar a la casa de Amanda. La verdad es que iba bastante
guapa con una minifalda vaquera y una camiseta negra ajustada. Lo único malo era mi actitud.
Me reía como una colegiala tonta de todo lo que decía Geoffrey. Y él solamente me miraba las
 tetas y el culo. Era penoso. No se como había podido estar tan colgada de un tipo así. Tanto
tiempo perdido con él cuando podría haber estado con otra persona que en verdad me
apreciara. Me vi desaparecer con él por la puerta.

-¿Te encuentras bien? – La voz de Trevor me sacó de mi  ensimismamiento. Se acabó
el deprimirse por un tío así.
-¡Pues claro que estoy bien!¿Ahora me vas a enseñar ese grave problema que según
tu tuve con el alcohol? ¿O sólo me has traído aquí para ver lo bien que me quedan las
minifaldas? – Trevor me dedicó una sonrisa socarrona. Me cogió de un mechón de pelo y se lo
enrolló en el dedo. Tiró ligeramente de el para que me acercara a él.

-A pesar de lo mucho que me guste verte con falda, – Me susurró. Millones de
escalofríos me recorrieron desde el mechón de pelo con el que me tenía cogida hasta la punta
de los dedos de los pies. – tenemos que entrar. Si no te perderás tu gran actuación.

Y se alejó tan rápidamente como se había acercado. Cuando llegó a la puerta, miró
para atrás y extendió su mano hacia mi que todavía continuaba en el mismo sitio
contemplándole.

-¿Tienes miedo ahora de entrar?¿Dónde está la pequeña fierecilla de hace un rato? –
Levanté mi barbilla ante el desafío. Ignoré su mano extendida y abrí la puerta.

-Yo nunca tengo miedo. – Bueno, casi nunca. Pero eso no tenía porque saberlo él.
Aunque por la sonrisita que puso en su cara lo más seguro es que ya supiese que mentía. Así
que escapando de su mirada me interné en la casa.

viernes, 31 de agosto de 2012

Locuras.

Pueden llamarme loca. Y lo soy. Debo de serlo para seguir pensando despues de horas el significado de tus miradas. De tus sonrísas. Debo de estar loca por seguir intentando descifrar tus palabras. Palabras que son las mismas que dedicas a otras. Pero ¿no suenan diferentes en tus labios cuando me las dices a mi que cuando se lo dices a ellas? Estaré loca por pensar si tus labios seran dulces o picantes, atrevidos o tímidos, tiernos o apasionados,... Será que estoy loca por querer una carrera desenfrenada bajo la lluvia junto a ti. Será que estoy loca por saber que en el final de esa carrera estará nuestro final. No será un final típico, ni uno como el de esa chica que llora o el de aquella que parece tener un sol en la mirada. Será un final diferente. Un final por el que los que no estan locos suspiran. Un final tuyo y mio.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Amores callados.


¡Joder! ¡Ya basta! Basta de tanta palabreria inutil
que lo unico que hace es que perdamos tiempo...
tiempo de caricias, de besos, de abrazos, de holas, y de adioses..
Sí, adioses, porque nada dura para siempre, todo se acaba, ya sea
con la muerte de nuestros cuerpos o de nuestro cariño.
Por que algún día conoceremos a otra persona que nos deje por los
suelo, que haga que lo que sentimos juntos no valga la pena a su
lado... o puede que no.
Espero el dia en que nos atrevamos, porque pase lo que pase eso
siempre nos quedará en el recuerdo de nuestros amores pasajeros o duraderos, de una noche o de toda una vida,... Por que el amor
aunque no sea amor nunca se olvida.

Timidez.

Y nos encontramos paseando. Nos saludamos como si nada. Caminamos juntos mientras hablamos y nos conocemos. Nuestras miradas se cruzan y bajamos la mirada avergonzados. Timidez, esa pequeña maldición. Nuestras manos se rozan en ocasiones sin que ninguno reúna el valor para juntarlas. Llega el momento de la despedida. Se que si en este momento no hacemos nada lo nuestro se quedará en un quizás. Y me armo de valor. Levanto la mano y te aparto el pelo de la cara. Nuestros ojos se encuentran ya sin timidez. Y te inclinas. Y esta vez nuestras manos no solo se rozan sino que se agarran como si no quisieran que hubiese distancia entre nosotros. Mientras, nuestros labios danzan en un baile que espero no tenga final.

lunes, 18 de junio de 2012

Capítulo 6


-¿Seguro quieres saberlo? –Me pregunto mientras se apoyaba en la pared y cruzaba
los brazos por delante de su pecho. Me dirigió una sonrisa perezosa.
-¿Te lo estoy preguntando no? Eso significa que si quiero saberlo. –Su sonrisa
aumentó al escuchar mi seca réplica.
-Muy bien –Hizo una reverencia y me miró desde abajo. Ese hoyuelo debería estar
prohibido. –Pero hagámoslo más interesante.

Nada más decir eso el suelo comenzó a temblar. Me agarré a sus hombros para no
caer y le miré asustada. Él me sonrió de nuevo y en ese momento desapareció. Todo. De
repente ya no estaba en la casa de Paula, sino delante de la puerta de una casa en la que salía
una música ensordecedora. ¿Dónde estaba? Miré a mi alrededor sorprendida, esa puerta me
sonaba de algo… ¡Era la casa de Amanda!¡Y era el día de la fiesta! ¿Qué había hecho Trevor?
¿Me había enviado al pasado?

Perdida en mis pensamientos no me di cuenta de que unas personas se acercaban
riéndose hacia la puerta. Bueno, no me di cuenta hasta que la mano del chico me atravesó
claro.

-¡Eh!¡¿Qué se supone que haces?! –Exclamé sorprendida mientras saltaba hacia otro
lado. El chico ni se inmutó. Entró con la chica que llevaba colgando del brazo y me cerró la
puerta en las narices. –Se puede saber que diablos… -Mi voz fue perdiendo fuerza a medida
que comprendía lo que había pasado. ¿Una mano me había atravesado?

Me llevé las manos a la cabeza mientras gemía. ¿Me había matado?¿Trevor me había
matado sólo porque le pedí que me dijese lo que pasó en la fiesta? Me parecía extraño que mi
propio ángel de la guarda me hubiese matado pero que otra explicación había…

-No. No te he matado. – Dijo con tono socarrón detrás de mí. Salté y me giré para
enfrentarle. No me esperaba verle así. Llevaba una camiseta blanca que resaltaba el tono
dorado de su piel y unos vaqueros que… bueno no hace falta que diga nada más ¿no? En
definitiva que se me caía la baba. -¿Qué?¿Te gusta lo qué ves? – Me susurró mientras me
sonreía arrogante. Desperté del sueño furiosa.

-Pero…¡Serás creído!¡Pues que sepas que no te miraba a ti! –Al ver que me miraba
incrédulo cambié de tema. -¿¡Se puede saber que has hecho con mi cuerpo?!¡Antes me ha
atravesado una persona!
-Si utilizases esa linda cabecita que tienes sobre los hombros para algo más que llevar
sombreros sabrías que hemos hecho un pequeño viajecito al pasado. No hace falta ser muy
lista para adivinarlo. –Añadió sólo por el placer de provocarme.

-¡Imbécil! –Le pegué un puñetazo. –Por si no lo sabes yo soy antes era una persona
normal, que trataba con cosas normales. ¡Pero desde esta mañana he descubierto que existen
los ángeles, que tengo uno como guardián para más inri y que se puede viajar en el tiempo!¡Se
puede saber cómo quieres que sepa estas cosas! – A medida que iba hablando mis ojos se
llenaban de lágrimas. Era un insensible. Acababa de descubrir su mundo y ya me exigía que lo
comprendiese.

Se me quedó mirando inseguro ante mi ataque de rabia. Al ver que las lágrimas se
derramaban de mis ojos, masculló una palabrota. Para mi sorpresa se acercó y me abrazó.
Esto sólo hizo que más lágrimas cayeran y que mis sollozos fueran más fuertes. Me acarició la
espalda y el pelo mientras le empapaba la camiseta.

-Lo siento. No quería hacerte sentir mal. – Me susurraba una y otra vez mientras
seguía con su suave masaje en mi espalda.

Me aparté ligeramente para observarle. Se le veía muy arrepentido y me miraba con
ternura. Con su mano retiró las lágrimas que rodaban por mis mejillas. Deslizó suavemente su
pulgar por mi labio inferior. Temblé ligeramente ante la caricia. Me miró con algo que no supe
identificar. De repente me di cuenta de que no sé como mis brazos se habían alzado desde su
pecho hasta enlazarse detrás de su cuello. Me alzó ligeramente la cabeza y cerré mis húmedos
ojos. Justo cuando parecía que sus labios iban a rozar los míos oí una risa. Mi risa.

Me giré bruscamente y sin querer le golpeé la barbilla con mi cabeza. Soltó un gemido
de dolor. De no haber estado tan confundida por el ‘’casi’’ beso y por la imagen que tenía
delante seguro que me hubiese partido de la risa. Pero en verdad no te puedes reír mucho
si estas viéndote a ti caminado del brazo de tu ex novio como si tal cosa y menos si en vez de
pasar por delante de ti te atraviesan. Al parecer eso fue cruzar el límite para mi cerebro, ya que
todo se volvió negro y me desmayé.

Lo último que pude escuchar antes de golpear el suelo con mi cabeza fue a Trevor
mascullar no se que sobre cabezas duras.

domingo, 27 de mayo de 2012

Capítulo 5


-Estúpido angelito. Encima de largarse con la rubia esa tiene la caradura de meterse en
mis pensamientos. – Mientras renegaba en voz baja me quité el pijama y me dirigí a la caja en
la que ponía ‘‘ropa de verano’’.

Parece que hace calor o al menos la gente a la que se veía desde el balcón iban en
pantalones cortos. Cogí una camiseta de tirantes roja con una estrella en el medio y una falda
vaquera. Me puse las converse y me recogí el pelo en una coleta. Bajé las escaleras y salí
fuera con Paula. Nada más salir les busqué con la mirada pero al parecer no estaban aquí.

-No están aquí. –Con una media sonrisa Paula me señaló el cielo. –Se han ido
‘’volando’’ – Nos reímos con el doble sentido de la frase. Tenía que preguntarle cosas.
-Entonces, ¿tú también los ves? – Asintió. –Increíble. ¿Desde cuándo os conocéis tu y
Melissa?
-Desde hace dos meses más o menos. Un día noté una sensación extraña, como de
que me estuvieran mirando. Me puse muy nerviosa pensando que podía ser algún maniático o
algo parecido, pero al día siguiente se me acercó una chica guapísima en el jardín de mi casa.
Lo único que la hacía diferente de las demás chicas es que tenía alas. – Se encogió de
hombros. – Siempre había creído en los ángeles porque mi familia es muy religiosa así que no
me costó aceptar que Melissa era mi ángel guardián. – Me miró con algo de compasión. –
Tengo la sensación de que a ti te costó algo más de aceptar, ¿no?

-Me costó muchísimo, estuve apuntito de llamar a la policía y de atacarle con un
peine. – Soltó una carcajada. Sacudí la cabeza. – A pesar de que veía las alas todavía me
costó bastante asimilarlo. Hasta que me dejó tocarlas y entendí que eran de verdad. Es
imposible que ninguna persona hiciese algo tan hermoso… - Me callé. Paula se había parado
en medio de la calle y me miraba fijamente. -¿Qué?

-¿Te ha dejado tocarle las alas? –No se lo creía.
-Pues sí. ¿Tú no se las tocaste a Melissa? – Negó con la cabeza. -¿Y eso?
-Los ángeles son muy celosos respecto a sus alas. Son lo que más quieren. No suelen
dejar a nadie que no sea su pareja que las toqué. – Se encogió de hombros. – O al menos eso
fue lo que Lissa me contó.
-¿Lissa? – Pregunté. Aunque mi cabeza estaba analizando otras cosas. ¿Su pareja?
Imposible. Él solo me las dejó tocar porque sabía que era lo único que podría convencerme de
que era un ángel. Volví a prestar atención a Paula que en ese momento contestaba a mí
pregunta.
-Así llamo yo a Melissa. –Una sonrisa malévola se dibujó en su cara. – A ella no le
hace ni pizca de gracia que la llame así. Dice que ella se merece un nombre con ‘‘clase’’ y que
los diminutivos son muy vulgares. – Solté una carcajada. Me cae muy bien esta chica.
Sobretodo si disfruta molestando a la Rubia esa.
-¿No te cae bien? – Pregunté.
-Si que me cae bien, bastante bien la verdad. Pero hay veces en que necesita que
alguien le baje los humos. Es muy creída y puede llegar a resultar insoportable. Pero siempre
que puede te ayuda y te aconseja. – Paró en frente de un colegio con las paredes de color
amarillo y naranja. Parpadeé, era imposible mirarlo durante más de cinco segundos. El color te
hacía daño a la vista. Paula se rió de mi expresión. – Sí, es un poco difícil de mirar pero es
bastante alegre ¿no crees?
-Si tu lo dices…Yo creo que a las siete de la mañana más de uno se debe de quedar
ciego de tanto color. – Nos echamos a reír.
-Bueno, pues ahí lo tienes. Tu próximo instituto. ¿Cómo era tu otro instituto? – Me
preguntó mientras volvíamos a andar. Me quedaba bastante cerca de casa, así que podría ir
andando. Lo que significaba que llegaría varios días tarde a clase. Suspiré.

-Pues… era oscuro y tétrico, por eso me ha sorprendido tanto los colores de este. Allí
eran todos grises o marrones, de colores apagados. – Me acordé de Amanda y de Geoffrey.
Seguramente era por lo que me había pasado con ellos que todo lo que recordaba de mi
antiguo instituto era apagado y triste. – Aunque pasé algunos días muy divertidos allí. – Me reí.
Paula me miraba interrogante. – Me estaba acordando de una profesora a la que le gastamos
una ‘‘pequeña’’ broma. Siempre que llegaba a clase se apoyaba en una de las esquinas de su
mesa y parecía como que se restregaba en ella. Entonces los de mi clase decidieron pintar las
esquinas de su mesa con tiza, y cuando ella vino y se restregó… - Soltamos una carcajada. –
Bueno ya te imaginas lo que le pasó. Todo el instituto se enteró y cada vez que la veíamos no
podíamos evitar reírnos.

-Pobrecita. – Dijo sin dejar de reírse. Paramos delante de una casa que estaba a tan
solo tres calles de distancia del instituto. – Mi casa. – Dijo imitando a E.T. Otra tanda de risas.
Hacía tiempo que no me reía tanto. Esta chica era increíble. – Bueno, ¿qué te parece?

¿Qué qué me parecía? Guau. Eso fue lo que pensé cuando la vi. Era una mansión.
Bueno igual exagero un poco pero era enorme. Y antigua. No quiero decir que se estuviera
cayendo en pedazos si no que se notaba que la casa tenía muchísimos años ya que ese tipo
de casas ya no se veían casi nunca. Un jardín enorme con flores de todo tipo rodeaba la casa.
Era muy hermoso, pero había algo que fallaba…

-¿Enanitos? – El jardín estaba lleno de enanitos. Grandes, pequeños,… de todos los
tipos. La miré con curiosidad. Ella bajó la mirada avergonzada.
-Bueno, pues resulta, que yo… colecciono enanitos de jardín. – Me dijo medio
susurrando. Estaba muy roja. La verdad es que era un hobbie muy raro pero ¿quién era
 yo para decir nada? Me miró como esperando mi reacción. Me encogí de hombros.
-No están raro. –Me miró sin creérselo. Sonreí. –Bueno la verdad es que un poco rarito
sí que es. –Se echó a reír.
-¿No te importa? – Preguntó. Negué con la cabeza.
-La verdad es que no. Me caes bien, que tengas un… hobbie más excéntrico que el de
otra persona no significa que vaya a dejar de hablarte o que me caigas peor. – Le contesté
sincera. Me sonrío tímida y me dio un pequeño abrazo.
-Gracias. – Parecía que debajo de esa fachada de chica guay había una gran
inseguridad después de todo. - Bueno mejor dejamos este tema tan deprimente y continuo
enseñándote la casa.

Al contrario de lo como me imaginaba que sería por dentro no había telarañas ni
muebles victorianos en la casa. Era muy moderna y minimalista. Chocaba mucho el estilo de la
casa por fuera y su decoración. A pesar de que era muy bonita me dio la sensación de que
estaba vacía por dentro. No transmitía esa sensación de calidez y alegría que desprenden
algunas casas, sino mas bien la sensación era estéril, falta de sentimientos. Me resultaba
extraño ya que Paula no parecía ser esa clase de persona, pero ¿quién sabe? a penas la
conocía.
Salimos al jardín trasero mientras Paula me iba señalando todas la habitaciones que
salían a nuestro paso.

-Mi habitación está arriba, luego te la enseño.
-¿Hay más enanitos asesinos en tu habitación? – Su risa cristalina retumbó por las
paredes.
-No, los enanitos los reservo todos para el jardín. Te prometo que no te atacará
ninguno en mi habitación. – Respondió burlona.
La iba a responder cuando salimos al la parte de atrás del jardín, pero me quedé sin
habla. Guau. Si el delantero era definitivamente hermoso (a pesar de los enanitos asesinos) el
trasero se había convertido en un instante en mi favorito. Estatuas de parejas, de ángeles,
hadas, … todas capturadas con una belleza frágil y hermosa. Estaban esparcidas alrededor del
jardín.  Me acerqué a una que representaba a un niño sonriendo mientras abrazaba a un perro.
Estaba tan detallada que parecía que en cualquier momento el niño se echaría a reír y el perro
saldría corriendo.
-Son hermosísimas. ¿Quién las ha hecho? – Al ver que no me contestaba me giré
hacia ella. Miraba al niño con cariño mientras lo acariciaba.
-Las hizo mi hermana. – Contestó distraída mientras se giraba para mirarme. Antes de
que pudiese preguntarla algo más me cogió de la mano. – Ven, mira. Allí es donde vamos a
hacer la fiesta.

Me condujo hasta el lateral de la casa. Nada más doblar la esquina me quede
boquiabierta. Era una piscina enorme. Pero eso no fue lo que me llamó la atención, sino que el
fondo de la piscina  estaba cubierto por pequeñas piedrecitas de colores. Parecía que un arco
iris se había colado en la piscina. Flotando por encima del agua habían unos cuantos globos
también de diferentes colores. Grandes y pequeños.

-Aquí es donde voy a hacer la fiesta. – Dijo Paula que ya había recuperado su sonrisa.
Me señaló una mesa enorme de madera y me guiñó el ojo. – Y ahí es donde estarán las
bebidas.
-Genial. – Dije. La verdad es que no me gustaba mucho beber, no tolero muy bien la
bebida, pero por una vez no pasaría nada. Además todo el mundo bebe en las fiestas. Una voz
a mis espaldas hizo que pegara un respingo y me distrajera de lo que estaba pensando. Me
giré sorprendida.
-Como ángel de la guarda de Carol que soy, la prohíbo terminantemente beber.
-¿¡Que tú me prohíbes beber!? – Grité enfadada. Trevor hizo una mueca al escuchar
mi grito pero enseguida se recompuso. Me fijé en que Paula nos había dejado para que
habláramos a solas.
-Mientras estés bajo mi cuidado te quiero lejos de cualquier cosa que altere tus
sentidos. Después de lo que pasó anoche no creo que debas beber nada.
Cada vez estaba más enfadada. Pero ¿quién se creía que era el angelito este? Cuando
se fue a hablar en “privado” con la rubia esa bien que no le preocupaba mi seguridad. Y ahora
me venía con exigencias.
-Mira vas listo si crees que te voy a hacer caso. Si quiero beber, bebo. Haré lo que me
de la gana. – La verdad es que estaba orgullosa de mi misma. Le había puesto las cosas claras
sin distraerme con sus ojos verdes ni sus hermosas alas. Aunque por la cara que tenía no
parecía haberme hecho mucho caso.

Se acercó lentamente si dejar de mirarme a los ojos ni un momento. Me observaba de
la misma forma que el cazador mira a su presa. Volvía a buscar a Paula con la mirada por si se
había asomado a la ventana para mirar o algo. Pero nada, ni rastro de ella. Mierda. No quería
estar a solas con él. Cuando nuestros cuerpos casi se rozaban en cada respiración se paró. Se
inclinó y me susurró al oído.

-Entonces al parecer necesitarás un acompañante que te cuide y te vigile durante la
fiesta. No vaya a ser que te pongas a bailar encima de las mesas o algo.
Su cercanía y el calor que sus ojos transmitían consiguieron que tardara más de una
minuto en comprender lo que me decía. Le fulminé con la mirada.
-No vas a venir conmigo. Además no soy una borracha . Sólo me emborraché una vez
y no me pasó nada. – Esbozó una pícara sonrisa. Me ruboricé. Sabía que mentía.
-¿Estás segura de eso?
-¡Pues claro que sí! – Contesté todavía ruborizada. La verdad es que no me acordaba
de nada de esa noche. Tenía imágenes borrosas. Estuve bailando con… con alguien. Y luego
me fui. No recordaba ni al chico ni nada de lo que hice después de eso.
-¿No te acuerdas que te dije que al ser tu ángel de la guarda he estado vigilándote
durante casi toda tu vida?
-¡Eh! ¡Eso no me lo dijiste! ¿Es que no sabes lo que es la intimidad? – Mientras yo
pensaba en todas la cosas que él me habría visto hacer él se encogió de hombros como
restándole importancia.  – Y además ¿qué tiene que ver eso con lo que estábamos hablando?
- Que yo sí que sé lo que hiciste esa noche. Y créeme si no hubiese intervenido, el final
no te hubiese gustado nada.
-¿Qué final?¿Qué fue lo que me pasó? – Me estaba preocupando. ¿Qué habría hecho
esa noche?